Friday, November 13, 2009

La Enseñanza de la Vida y la Muerte de mi Suegro


Cecilia Arias
Noviembre 04 de 2009

Mi suegro con su vida y su enfermedad me dejó una gran enseñanza. Con su vida me enseñó la hospitalidad, el servicio, su gran amor al Señor, el estar dispuesto a sufrir por no tranzar las verdades de la Biblia. Siempre lo vi orar y leer la Palabra ante cualquier dificultad o antes de salir de casa. Fue un hombre pacífico que también fue conciliador. Amante de la música y la alabanza al Señor. También era muy alegre, fácil de reírse y también muy bromista, le gustaba hacer travesuras como un niño.
Con su enfermedad me demostró que el Señor NUNCA nos deja, que El siempre cumple sus promesas, pues aún cuando mi suegro nos olvidó a todos, NUNCA se olvidó de su Padre Celestial, hasta sus últimos días, habló del Señor, proclamó Su nombre y levantó sus manos para alabarlo. En el último centro de cuidado que estuvo donde aún hablaba y caminaba, llegaron a creer que era pastor, pues solo se llevó predicando a Cristo entre cuidadores y enfermos. Después cuando ya no hablaba las pocas palabras que se le entendían eran “Aleluya” y “Amén”. Su vida fue dedicada a servir al Señor hasta el último momento. Cuando estaba enfermo y ya no hablaba, su cara resplandecía de alegría cuando escuchaba alabanzas o cuando se le leía la Biblia o se oraba por él, muchas veces asentía con la cabeza como señal de aprobación.
No puedo dejar pasar el reconocer la gran enseñanza que mi suegra me ha dejado con la enfermedad de mi suegro, tras abandonar su vida, para entregarla al servicio y cuidado de su esposo, todos estos años, no queriendo dejar ni un solo día de estar con él, aunque él ya no la reconociera. Muchas veces rechazó invitaciones, solo por querer estar al lado de su esposo. Desde temprano en la mañana hasta muy tarde en la noche velaba por su amado, ayudando a que le brindaran los mejores cuidados, cuando ya no fue posible cuidarlo ella misma en casa, labor que hizo por años, mientras se pudo. Gracias tía, por su ejemplo y su amor al hombre que Dios le dio por esposo. Gracias porque a pesar que la presión del medio era fuerte para que desistiera y Ud. hiciera su propia vida, nunca flaqueó, este es el verdadero ejemplo de guardar el pacto “Hasta que la Muerte los Separe”.
El Señor es grande en misericordia, permitió que Hermes, su hijo pudiera ver a sus padres después de casi 9 años, y no solo eso, le permitió compartir con ellos estos 6 meses, y ya casi listo para volver a Chile, le permitió estar con su padre para poder darle la despedida.
No es un Adiós, pues tarde o temprano nos reuniremos con él en la presencia de nuestro amado Salvador y Señor Jesucristo. Gracias Señor por la vida de este tu siervo, que tantas enseñanzas nos dejó como legado, que será traspasado de generación en generación.

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