Friday, December 10, 2010

Heart & Hands Ministry

This video shows a beautiful ministry at Riverside Baptist Church in Miami (104 St with 107 Ave.), called "Heart & Hands". If you're in Miami you're invited to participate, or if you wish to donate: fabric, envelopes, stationary, used Christmas cards, new cards, craft materials, etc. You can give all of these directly to the church or let me know.

Thursday, December 09, 2010

Cuidando a Polly

Esta historia de la vida real, me pareció preciosa… una muestra del verdadero amor de un hombre hacia su esposa, y como las tragedias de nuestra vida pueden ser la forma que Dios usa para cumplir Su propósito en nosotros, aunque nos parezca difícil de aceptar. En estas historias de la vida real, donde el sufrimiento, lo inesperado, lo trágico, el enfrentar situaciones tan fuertes pueden ser transformadas y convertirse en un verdadero ejemplo de “éxito”, éxito, porque se supo responder como se debía, es decir, haber pasado el test. Siempre pienso que todos más de una vez en la vida enfrentamos estos tests, y tarde o temprano viviremos esta misma historia, ya sea porque a nosotros nos toque cuidar a algún ser querido hasta sus últimos días, o les toque a ellos cuidarnos a nosotros. Mis preguntas son: ¿Estás preparado para ese día? ¿Hay alguna lección que tienes pendiente aprender de esa forma? ¿De dónde obtendrás la fuerza para salir adelante? ¿Tienes claridad de lo que dice Eclesiastes, cuando dice que para todo hay un tiempo; un tiempo para reír y otro para llorar, un tiempo para abrazar y otro para dejar de abrazar, etc.? Cecilia Arias 12-09-10

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Rick Rood

Durante estos primeros meses de acostumbrarme a estar solo, sin mi amada Polly, he tenido oportunidad de reflexionar bastante, no sólo sobre nuestros treinta y dos años de matrimonio, sino especialmente sobre estos últimos veinte de acompañarla en su experiencia con la enfermedad de Huntington (EH). Mi propósito no es sólo compartir algo de mi corazón, sino también brindar un vistazo de algunas de las formas en que el Señor estuvo obrando a través de esta experiencia.

Polly y yo nos conocimos en nuestros años de estudiantes universitarios. Me cautivó su calidez y buen humor, así como su actitud servicial. Ella solía pasar sus veranos trabajando en campamentos cristianos. Se había especializado en educación primaria y era también una muy buena pianista.

Cuando nos casamos, el 11 de septiembre de 1971, ni se nos cruzó por la mente que, trece años más tarde, nuestras vidas se verían impactadas como lo fueron cuando se le diagnosticó EH. En ese tiempo no había ningún análisis clínico de esta enfermedad ni había forma de diagnosticarla, hasta que empezaron a revelarse los síntomas. Pero, en el transcurso de un año, se confirmó que ella tenía EH. A partir de allí, ningún aspecto de nuestra vida quedaría sin tocar por esta realidad. Supimos que su salud iría declinando gradualmente, y que sólo un pequeño porcentaje de pacientes con EH sobrevive más de veinte años.

Podría detallar cada paso de la experiencia de Polly, pero ese no es mi propósito. Sólo diré que sus limitaciones afectaron cada aspecto de su persona, y que avanzaron lenta y gradualmente a lo largo de diecinueve años, hasta que fue llevada a su casa en el cielo el 6 de agosto de 2003.

Sin embargo, hubo ciertos ‘hitos’ a lo largo del camino que compartiré con usted. El más notable de estos fue cuando se hizo obvio que ella debía ser internada en una clínica, en agosto de 1992. Polly nunca eludió los desafíos con los que se confrontó por esta enfermedad. Siguió haciendo todo lo que estaba dentro de sus posibilidades. Pero tuvo que renunciar paulatinamente a manejar, cocinar, vestirse y alimentarse por su cuenta, etc.

El año antes de ingresar a la clínica, pude trabajar casi por completo desde casa para el ministerio donde entonces servía. No era seguro dejarla sola, ya que perdía el equilibrio fácilmente. Y necesitaba que alguien la alimentara y que la ayudara con sus quehaceres. Pero un día se sentó en nuestro living y me dijo: «Rick, creo que es hora de que me vaya a una clínica». Polly necesitaba que alguien estuviera con ella a todas horas, de día y de noche. Pero también teníamos dos hijos que debíamos seguir criando (Jeff y Jill, de 12 y 15 años en ese tiempo), y un ministerio de tiempo completo que atender.
El día que la ayudé a mudarse a su habitación en la clínica, me quedé con ella a la hora del almuerzo. Nunca había pasado mucho tiempo en clínicas antes. Y, al mirar alrededor, percibí que estábamos entrando a un mundo muy diferente. Pero, con mis visitas nocturnas y el compartir con el personal y otros residentes, la clínica pronto se convirtió en mi hogar también. El mundo de ella se convirtió en mi mundo.

El punto culminante de mi día durante los próximos once años era ir a acompañarla a la noche y cuando podía ir a darle su almuerzo. Al principio, Polly usaba un andador, e íbamos al comedor, nos sentábamos solos en una mesa, y hablábamos de nuestro día. Ella siempre me pedía una bebida o un té helado, y que los levantara a su boca para poder tomarlos con una pajilla. Le encantaba que le leyera, especialmente la Biblia. Creo que leímos la mayor parte de la Biblia juntos, y algunos libros varias veces.

Pronto tuvo que usar una silla de ruedas, y yo solía llevarla en la silla a un banco bajo la sombra de los árboles. Nos sentábamos, mirábamos los pájaros y orábamos juntos. Había muchas actividades de entretención que brindaba el personal de la clínica. En realidad, cuando ella ingresó allí, su vida mejoró de muchas formas. Con toda la ayuda del personal de la clínica, el tiempo que pasamos juntos ahora podía dedicarse a otras cosas que mejoraban la calidad de vida de Polly.

Durante varios años, siempre llevaba a Polly a casa los fines de semana, y programaba una salida especial, a un juego de béisbol, un concierto, una película, un paseo por el lago, etc. La anticipación de estos eventos le ofrecía un elemento de esperanza y gozo durante las largas semanas en la clínica.

Un día, Polly me miró y dijo en su lenguaje confuso de entonces: «Rick, tú ayudas a que mi vida valga la pena». Decir esto parece egoísta, y tal vez lo sea, ¡pero esa declaración permaneció en mi corazón durante muchos años! En otra ocasión, recuerdo que le pregunté cómo ella seguía adelante a pesar de las dificultades que eran a veces abrumadoras. Simplemente me dijo: «Tengo al Señor. Y tengo a mi familia».

Unos seis años atrás, se le hizo muy difícil seguir comiendo, así que los médicos le insertaron un tubo de alimentación en su estómago. Durante un tiempo seguí trayéndola a casa los fines de semana. Sin embargo, con la alimentación por el tubo cada cuatro horas, ninguno de nosotros conseguía dormir mucho, y el domingo en la noche ambos estábamos exhaustos. A pesar de ello, íbamos aún a la iglesia los domingos por la mañana. Estas salidas me daban mucha alegría. Y era tan satisfactorio verla sonriendo, aun cuando ya apenas podía hablar.

La condición física de Polly estaba declinando bastante rápido ahora. Recuerdo un día, creo que cuatro años atrás, cuando me di cuenta de que ese sábado en particular sería probablemente la última vez que podría sacarla. Así fue. Desde entonces, Polly rara vez salió de su cama, excepto cuando la llevábamos a la sala de ducha. De ahí en adelante, se volvió una cuestión ya no de llevarla a los lugares que disfrutaba sino de traerle alegría en su habitación.

Si bien continuamos muchas de nuestras rutinas diarias, la adoración al Señor se convirtió cada vez más en nuestra actividad más significativa. Polly ya no podía hablar, y yo no soy ningún gran músico, pero me daba cuenta de que la música de adoración le daba un gran consuelo. De hecho, en los últimos años fue la adoración lo que dio más consolación y gozo a mi propio corazón como cuidador de Polly, hasta el último día de su vida. Justo antes de su partida, yo estaba preparándome para tocar una canción. Nunca llegué a hacerlo. ¡Pero estoy seguro que ella fue recibida en el cielo con música muchísimo mejor!

Poco tiempo después de que Polly fuera diagnosticada con EH en 1984, estaba leyendo los Salmos, y llegué a este pasaje: «Echa sobre el Señor tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo» (Sal. 55:22). En el margen leí que la palabra «carga» podía ser traducida como «lo que te ha dado». Allí, él me hizo ver que la carga que habíamos recibido era, de alguna forma que aún no podíamos entender, un regalo del Señor; no algo que él había causado, sino algo que él podía tocar y transformar. Pasarían muchos años antes que pudiera siquiera comenzar a ver cómo esto podría ser cierto de alguna forma.
Al avanzar en mi lectura de los Salmos, también llegué a la afirmación: «Bendito el Señor, cada día nos colma de beneficios el Dios de nuestra salvación» (Sal. 68:19). Sabía que, si íbamos a terminar esta carrera, sería haciendo lo que estas palabras nos instaban a hacer... y hacerlo un día a la vez. Había mantenido durante un tiempo un diario donde registraba evidencias de la mano de Dios en nuestra vida. Y a lo largo de los próximos veinte años, volví a ese hábito muchas veces. Hoy, este diario es una de mis posesiones más preciosas, porque está lleno del registro de la fidelidad de Dios para con nosotros, aun cuando a veces mi propia fe personal era no más que ‘semilla de mostaza’, ¡si es que llegaba a tanto!

Cuando vuelvo a leer el diario, encuentro evidencia de la actividad del Señor en nuestras vidas de dos formas principales. Primero, en las muchas cosas que él hizo por nosotros. Estoy seguro que hubo innumerables formas en que él estuvo trabajando en este sentido, de las cuales muchas veces no tuvimos ninguna conciencia. En primer lugar, se volvió evidente, con el paso de los años, que Dios nos había estado preparando para este largo capítulo de nuestras vidas, y además de prepararnos, también era claro que él estaba guiándonos y proveyendo para nuestras necesidades.

La guía y la provisión de Dios fueron evidentes. Pienso en las familias especiales que vivían cerca de nosotros y que nos ayudaron a pastorear a nuestros queridos hijos durante los años en que crecían y estábamos siendo exigidos más allá de nuestras capacidades. También estaba muy consciente de que necesitábamos el apoyo en oración de muchas otras personas. Y no le puedo decir el aliento que fue para ambos saber que tantos amigos en todo el país estaban orando por nosotros diariamente.

La guía y la provisión del Señor también fueron notorios en puntos a lo largo del camino donde tuvimos que tomar decisiones importantes. Parecía como si Dios pusiera a personas que se cruzaban en nuestra vida y que tenían justo la perspectiva y el aliento que necesitábamos en ese momento específico.

Uno de los compañeros más constantes estos últimos veinte años fue la tentación de descorazonarme. Hay un enemigo que quiere derrotarnos y destruirnos. Y una de las formas en que el Señor nos alentó fue a través de las muchas pequeñas evidencias de su presencia en nuestra vida. Si usted pudiera leer varias páginas de mi diario, llegaría a la conclusión de que había registrado varias ‘coincidencias’ interesantes en nuestra vida. Pero cuando uno une tantos hechos de este tipo a lo largo de no solo años sino décadas, ya no son ‘coincidencia’ sino ‘providencia’. Este tipo de sucesos formaron un patrón a lo largo de muchos años, ¡hasta el último día mismo de la vida de Polly! Con el tiempo aprendí a verlos como «señaladores» de la presencia y el cuidado de Dios aún en nuestras horas más difíciles.

Pero, tan importante como lo que el Señor estaba haciendo por nosotros, o aun más, fue lo que vimos, con el tiempo, como su obra en nosotros. Al menos supe que Él estaba buscando hacer esto en mí. Recuerdo bien un día, tal vez cinco años después de ser diagnosticada Polly, en que me di cuenta de lo que Dios estaba haciendo en mi vida en este sentido, y de cuánto necesitaba crecer. Sólo puedo hablar por mí, pero sé que cuando Polly se enfermó, Dios me pudo en un proceso de moldeado. Parte de este proceso involucraba que él fuera quitando con un tallado suave y paciente aquello que necesitaba disminuir en mi vida. La otra parte era infundir gradualmente en mi corazón las cualidades que él quería que adquiriese.

La primera de estas era una fe más sólida en el Señor. No es que antes no hubiera fe en nuestro corazón; pero esta tarea requería una fe en un nivel distinto del que yo sé que tenía personalmente. No estoy hablando necesariamente de la fe en el poder sanador de Dios (si bien sé que es real). El tipo de fe que sentí que Dios apuntaba a hacer crecer en nosotros era una confianza en su bondad, y la bondad de sus propósitos, aun cuando desconociéramos cuáles eran realmente, aun cuando la vida se volviera más difícil cada año. Este tipo de fe viene sólo de Dios.

A lo largo de los años, el Señor usó la lectura de la Biblia, los momentos de oración, las oraciones de otros, para alimentar nuestra fe en él. No es que no experimentáramos tiempos de duda y desazón. Los hubo. Sin embargo, aprendí que la experiencia de dolor y pena no es inconsistente con la fe en el Señor. La carta de Pablo a los Filipenses está llena de exhortaciones al gozo y a la paz, y contiene una maravillosa afirmación de nuestra esperanza de que estar con Cristo es «muchísimo mejor». Pero, en mitad de ella, Pablo hace la confesión sincera de que si su amigo Epafrodito hubiese muerto a causa de su reciente enfermedad, él habría experimentado «tristeza sobre tristeza» (2:27). ¡La palabra de Dios es tan realista y equilibrada! Ese hecho me ayudó a soportar las estaciones más tormentosas (como ocurre ahora).

La segunda cualidad en la que sentí que Dios estaba trabajando, es en realidad un subproducto de la primera, la esperanza. Una expectación no sólo de ‘buenos tiempos por venir’, sino que, así como la bondad de Dios ha sido revelada en el pasado, también será revelada en el futuro, aun cuando venga a través de un encuentro con la enfermedad y el dolor. Que, lo que el enemigo podría desear que fuera para el mal (y que es malo), Dios puede usar y usará finalmente para el bien. Aun frente a la muerte (ese invasor extranjero en el orden creado por Dios), ¡hay una maravillosa esperanza de vida eterna en el cielo, y en la resurrección venidera!

La tercera cualidad en la que Dios estaba trabajando es la más importante. El amor. Yo amaba a Polly antes. Pero Dios usó esta enfermedad para transformar mi amor por ella. Aprendí cuánto necesitaba crecer en un amor auténticamente desinteresado. No era que no necesitaba tiempo para cuidar de mí. Recordé que aun el ‘buen samaritano’ delegó parte del cuidado en otros para poder él ocuparse de sus otras obligaciones (Lucas 10:35). Pero hay una diferencia entre ocuparnos de nuestras necesidades y sólo atender nuestras necesidades.

El Señor me estaba mostrando cuántas formas hay de deletrear «amor». Vestir, bañar, alimentar, llevar, sonreír, reír, llorar, leer, cantar, simplemente sentarse en silencio... Aprendí que en una sociedad que asigna gran valor a la apariencia y la capacidad, es muy fácil para las personas cuya enfermedad les quita esas cosas sentirse no sólo disminuidas sino también devaluadas. Aprendí que el regalo más significativo que podía dar a Polly era comunicarle con mis propias palabras y por mis acciones que ella era el ser humano más valioso de mi vida. Y lo era.

No debo dejar de mencionar aquí que no sólo sentí que el Señor estaba transformando mi amor por Polly, sino que también estaba profundizando mi amor por Él. Hubo momentos en que me sentí confundido y molesto por lo que él permitía que ocurriera en nuestra vida. Pero, al pasar los años, y al experimentar cada vez más su amor sobre nuestras vidas (aun durante tiempos muy difíciles), mi amor y agradecimiento hacia él crecía cada vez más.

Sinceramente, la mayor bendición de mi vida ha sido cuidar de Polly. Extraño este cuidado profundamente. Y si bien nunca querría que ella pasara de nuevo por lo que sufrió estos veinte años, si tuviera que hacerlo, yo sería el primero en la fila para acompañarla de nuevo.

Varios años atrás, estaba leyendo el Evangelio de Juan. Cuando llegué al final del libro, me vi atraído a la declaración que hizo Jesús a Pedro, donde le dio a entender «con qué muerte había de glorificar a Dios» (21:19). Siempre había pensado en «vivir para la gloria de Dios», pero nunca había pensado en «morir para la gloria de Dios». Sabía entonces que los años que le quedaban a Polly eran pocos, y comencé a orar para que, cuando llegara el momento, su partida le diera a gloria a Él de alguna forma. Fue una oración dura de hacer; pero creo que Dios la ha contestado en parte, al magnificar a través de Polly todo lo él que ha hecho por nosotros, y todo lo que está haciendo en nosotros. Y lo continuará haciendo hasta que lo veamos en gloria.

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Bueno la respuesta a mis preguntas, es la misma de siempre, solo en Dios podemos encontrar la fortaleza, solo en El podemos encontrar un propósito incluso a la tragedia más fuerte que nos toque vivir. Y si hay alguna lección que estamos postergando aprender, seamos humildes y hagámoslo ahora mismo, pidamos todos los perdones que debamos hacer hoy mismo, sirvamos a todos con alegría, demos sin esperar recibir, busquemos a Dios desde hoy cuando estoy "bueno y sano", y no esperemos vivir esto para encontrarnos con El, y además haber malgastado lo mejor de nuestra vida sin Su presencia, disfrutemos y amemos con pasión a nuestra familia, guardemos el tiempo que nuestros seres queridos se merecen y no esperemos que después estemos obligados a dejar el trabajo, los amigos o el ministerio para hacer esto que ya sabíamos.

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Enfermedad de Huntington

La enfermedad de Huntington (llamada también corea de Huntington y conocida antiguamente como baile de San Vito o mal de San Vito, al igual que otras coreas como la corea de Sydenham) es un trastorno genético hereditario cuya consideración clínica se puede resumir en que es un trastorno neuropsiquiátrico. Sus síntomas suelen aparecer hacia la mitad de la vida de la persona que lo padece (unos 30 o 50 años de media) aunque pueden aparecer antes y los pacientes muestran degeneración neuronal constante, progresiva e ininterrumpida hasta el final de la enfermedad que suele coincidir con el final de su vida por demencia y muerte o suicidio. Esta enfermedad genética presenta una herencia autosómica dominante, lo cual significa que cualquier niño en una familia en la cual uno de los progenitores esté afectado, tiene un 50% de probabilidades de heredar la mutación que causa la enfermedad.

La enfermedad produce alteración cognoscitiva, psiquiátrica y motora, de progresión muy lenta, durante un periodo de 15 a 20 años. El rasgo externo más asociado a la enfermedad es el movimiento exagerado de las extremidades (movimientos coréicos) y la aparición de muecas repentinas. Además, se hace progresivamente difícil el hablar y el tragar. En las etapas finales de la enfermedad, la duración de los movimientos se alarga, manteniendo los miembros en posiciones complicadas y dolorosas durante un tiempo que puede prolongarse hasta horas.

No obstante, los trastornos psíquicos graves, que anteceden normalmente a los musculares, son los rasgos característicos de la enfermedad. Ésta puede desencadenar episodios depresivos reiterados con repercusiones negativas en el entorno de allegados. Las facultades cognitivas disminuyen, así como la memoria, y la capacidad de concentración empeora. La enfermedad termina en una demencia fuerte, que puede conllevar deseos de suicidio.

Wednesday, December 08, 2010

Cómo ser exitoso y estar satisfecho

Rusty Wright
El éxito es _______________

"Es fácil", podrías decir. "El éxito es. . . para un atleta, ganar un campeonato nacional, o un campeonato internacional, o una medalla de oro; para un artista, ganar un Oscar, un Grammy, o un Emmy; para un ejecutivo, ser el ejecutivo máximo de una de las 500 empresas líderes; para un estudiante universitario, ser elegido presidente del centro de estudiantes." Pero, ¿es siempre tan fácil de definir?

Hace algunos años, Rainer, un amigo alemán, pasó tres meses conmigo en los Estados Unidos. Una vez, mientras estaba mirando su primer partido de béisbol por T.V., el bateador sacó la pelota fuera del campo para lograr un "home-run". ¡Los espectadores se volvieron locos! Rainer se volvió hacia mí con una mirada perpleja y preguntó: "¿Por qué están gritando? Ellos perdieron la pelota." Para los simpatizantes de ese equipo el bateador era un gran éxito. Para una persona de otra cultura, hacer un "home-run" era un misterio.

El significado del éxito también varía con las personas. Un diccionario define al éxito como "el logro satisfactorio de una meta buscada." Para ser exitosos, debes lograr la meta y estar satisfecho con el resultado. Con esta definición, uno se pregunta si el "éxito" que no incluya la satisfacción personal - una sensación de bienestar - es realmente el verdadero éxito.
Las Claves del Éxito

Varios factores contribuyen al éxito.
Considera algunos:

1. Una autoimagen positiva.
Imagínate que te despiertas una mañana y tu compañero de cuarto te está esperando para decirte algo. Te dice: "Estaba esperando para decirte qué compañero de cuarto tan excepcional eres. Eres tan amable, tan considerado; siempre mantienes el cuarto tan prolijo. El solo hecho de estar cerca de ti me motiva a ser la persona más positiva que puedo ser."

Después de recuperarte de tu ataque cardíaco, te diriges a tu primer clase del día. ¿Con quién puedes encontrarte en ese momento sino tu cita de la noche anterior? Ella viene y te dice, "¡Vaya que estoy contenta de cruzarme contigo! Estaba esperando tener la oportunidad de decirte otra vez qué tiempo fabuloso pasé ayer contigo. ¡Mis amigas están tan celosas de mí! Ellas piensan que soy la persona más afortunada del mundo por salir con alguien como tú. ¡Y yo estoy de acuerdo! Eres tan amable, tan inteligente. ¡Tienes un gran sentido de humor y eres muy buen mozo, además! Es que, cuando estoy contigo, ¡me siento como si estuviera en un sueño!"

Luego flotas hacia tu primer clase. Tu profesor va a devolver los exámenes semestrales que rindieron la semana pasada, pero antes de distribuirlos dice: "Me gustaría hacer un anuncio. Quiero que todos sepan qué tarea sobresaliente hizo este estudiante en su examen". Él te señala en la primera fila y dice: "Muchacho (o muchacha, él sabrá, ¡claro!), eres un soplo de aire fresco para mí como profesor. Siempre haces tus tareas a tiempo. Frecuentemente haces aún más de lo que se espera de ti. Mira, si cada estudiante fuera como tú, enseñar sería un gozo. ¡Incluso estaba considerando dejar de enseñar hasta que apareciste tú!"

¿No te ayudaría esto a tener una gran actitud hacia ti mismo? ¿Y no te motivaría esto a ser un mejor compañero de cuarto, un mejor novio, un mejor estudiante? Te dirías a ti mismo, "Vaya, soy una persona especial. Después de todo, mi compañero de cuarto, mi novia y mi profesor lo piensan. . . ¡y ellos no son ningunos tontos!" ¡Tú no discutirías con ellos ni por un minuto!

Por supuesto, algunas personas tienen un concepto tan elevado de sí mismos que sus egos se convierten en problemas. No obstante, muchos psicólogos están de acuerdo con la Dra. Joyce Brothers cuando dice: ". . . una autoimagen fuerte y positiva es la mejor preparación posible para el éxito en la vida."

2. Metas claramente definidas.
Alguien dijo, "Apúntale a nada y seguramente acertarás. Apúntale a una meta específica y, aunque no la logres, tendrás la oportunidad de estar mucho más cerca que si nunca le hubieras apuntado."

El programa espacial de los Estados Unidos produjo mucho éxitos y, tristemente, algunos pocos fracasos trágicos. Los éxitos de la NASA ayudan a ilustrar la importancia de establecer metas. Quizás has oído de los tres electricistas que estaban trabajando en la nave Apolo. Un periodista les preguntó qué estaban haciendo. El primero dijo: "Estoy insertando transistores en los circuitos." El segundo respondió: "Estoy soldando estos alambres juntos." El tercero explicó: "Estoy ayudando a poner un hombre en la luna."

¿Cuál de ellos estaba más motivado y satisfecho? Probablemente aquél que vio cómo sus actividades encajaban en la meta global.

Sin una meta clara en la vida, las obligaciones cotidianas se vuelven penosas. Conocer la meta de tu vida puede aumentar tu motivación y satisfacción al ver cómo las actividades diarias ayudan a lograr esa meta.

Al principio de la década del 60, el presidente John F. Kennedy estableció la meta de poner a un americano sobre la luna para el fin de la década. En 1969, Neil Armstrong dio "su pequeño paso." Una meta específica ayudó a la NASA a lograr un hito importante en la historia. Alguien que desee el éxito establecerá metas especificas.

3. Trabajo duro.
Cualquier atleta exitoso sabe que no habría gloria en el campo atlético sin trabajo duro en el campo de entrenamiento. Una verdadera prueba de carácter no es tan sólo tu desempeño frente a la multitud, sino cuán duro trabajas cuando nadie se fija en la oficina, en la biblioteca, en el entrenamiento.

El presidente Calvin Coolidge creía que: "nada en el mundo puede tomar el lugar de la persistencia. El talento no lo hará. . . el genio no lo hará. . . la educación no lo hará. . . La persistencia, la determinación y el trabajo duro hacen la diferencia."

"¿Qué es el éxito?", pregunta la ex primer ministro Margaret Thatcher: "Creo que es una mezcla de tener un talento natural por la cosa que estás haciendo. . . trabajo duro, y un cierto sentido de propósito. . . Creo que yo tenía el talento natural para. . . (mi trabajo), pero los sentimientos naturales nunca son suficientes. Tienes que casar esos sentimientos naturales con el trabajo realmente duro."

El campeón de peso pesado de otros tiempos, James J. Corbett, solía decir: "Tú llegas a ser el campeón peleando un 'round' más. Cuando las cosas se ponen duras, peleas un 'round' más."

El éxito requiere trabajo duro. Por supuesto, tú puedes extralimitarte y llegar a ser un adicto al trabajo. Un empresario adicto al trabajo tenía un cartel en su oficina que decía: "¡Gracias a Dios que es lunes!" Todos necesitamos equilibrar el trabajo y la recreación, pero el trabajo duro es esencial para el éxito.

4. Una disposición para asumir riesgos. Teodoro Roosevelt expresó el valor de esto en uno de sus declaraciones más famosas: "Es mucho mejor atreverse a cosas poderosas, a ganar triunfos gloriosos, aun salpicado con algunos fracasos, que estar al nivel de esos pobres espíritus que ni gozan mucho ni sufren mucho porque viven en la gran penumbra que no conoce ni la victoria ni la derrota."

Ingemar Stenmark, el gran esquiador olímpico, dice: "A fin de ganar, tienes que arriesgarte a perder." Considera esta pregunta: "¿Qué harías si supieras que no puedes fallar?" Esa pregunta puede expandir tu visión y agrandar tus sueños. Quizás tu deseo es ser un gran líder político, un artista, un destacado hombre de negocios, un académico, un atleta estrella. ¿Qué harías si supieras que no puedes fallar?

Ahora pregúntate: "¿Estoy dispuesto a arriesgarme a unos pocos posibles fracasos a fin de alcanzar esa meta?" El éxito frecuentemente involucra riesgos.

Un obstáculo para el éxito y la satisfacción


Una autoimagen positiva, metas claras, trabajo duro y una disposición para asumir riesgos. . . todos contribuyen al éxito. Pero hay un obstáculo importante para experimentar el éxito y la satisfacción en la vida. Es la actitud de que lograr una sola meta va a garantizar la felicidad en la vida.

En 1923 se llevó a cabo una muy importante reunión en el Edgewater Beach Hotel en Chicago. A esa reunión asistieron 7 de los financistas más exitosos del mundo - personas que había encontrado el secreto de cómo hacer dinero.

Considera lo que les había pasado a estos hombres 25 años después. El presidente de la mayor compañía independiente de acero, Charles Schwab, murió en la bancarrota y vivió de dinero prestado los cinco últimos años antes de morir. El presidente de la mayor empresa de servicios, Samuel Insull, murió fugitivo de la justicia y quebrado en el extranjero. El presidente de la Bolsa de Nueva York, Richard Whitney, cumplió una condena en la Penitenciaría de Sing Sing. Un miembro del gabinete presidencial, Albert Fall, fue perdonado para poder morir en su hogar. El "oso" más grande de Wall Street, Jesse Livermore, se suicidó. El jefe del más grande de los monopolios, Ivan Krueger, se suicidó. El presidente del Bank of International Settlements, León Fraser, se suicidó. Todos ellos habían aprendido bien el arte de tener éxito para ganarse la vida, pero aparentemente todos ellos luchaban para aprender a vivir exitosamente.

El encuestador y comentarista social Daniel Yankelovich cita a un hombre que gana US $100,000 por año como socio en una empresa de relaciones públicas: "Yo he logrado el éxito según la definición de otros, pero no me siento realizado. Parezco exitoso. . . Tengo publicaciones, he dado conferencias, he excedido mis metas de ingresos, tengo propiedades y mucha gente depende de mí. Así que he alcanzado adecuadamente las metas externas, pero están vacías."

Dustin Hoffman es un actor de cine sumamente exitoso. Su carrera fílmica parece casi deslumbrante e incluye dos Oscars por su actuación en "Kramer vs. Kramer" y "Rainman." Pero considera lo que él dice acerca de la felicidad y la satisfacción: "No sé lo que es la felicidad... Camina por la calle y mira las caras. Cuando exiges felicidad, ¿no estás pidiendo algo irreal?"

El éxito en una área no garantiza la satisfacción en la vida. Puedes alcanzar todas tus metas y todavía no tener paz dentro de ti. ¿Cómo puedes alcanzar tus metas y estar satisfecho a la vez? Y aun si sientes cierto grado de satisfacción, ¿podría haber algo más?

Exitoso y satisfecho


Más y más psicólogos y psiquiatras están viendo la necesidad de desarrollar a la persona total - físicamente, psicológicamente y espiritualmente - para producir la satisfacción real. A menudo, en nuestra lucha por el éxito, nos concentramos en el desarrollo físico y psicológico a expensas de lo espiritual.

No hace mucho, un grupo de consejeros pasó un tiempo considerable en la ciudad de Nueva York entrevistando a algunos de los ejecutivos más exitosos del país. Se pusieron en contacto con editores de diarios y revistas, ejecutivos de agencias de publicidad, de bancos y de cadenas de TV, buscando entender las ideas de estos líderes acerca del éxito.

Una pregunta que hicieron estos consejeros involucraba el área espiritual. La pregunta era: "¿Qué lugar ocupa en su vida la fe y los valores espirituales?" En respuesta, el 75% comunicó que los valores espirituales eran "importantes" o "muy importantes", tanto para el desarrollo personal como profesional. Uno de ellos comentó: "Si pudieran ser fortalecidos, muchas de estas otras cosas ocuparía su lugar correcto." Sin embargo, fue sorprendente que pocos de esos líderes tenían convicciones claramente definidas en el área espiritual. Como dijo un locutor de radio con una sonrisa: "Soy "inspirable", ¡pero no puedo encontrar a alguien que me inspire!"

Luego a estos ejecutivos se les habló acerca de alguien que podría inspirarlos, una de las personalidades más influyentes de la historia, una persona que hacía énfasis en la importancia del desarrollo espiritual al igual que el físico y el psicológico. La vida y las enseñanzas de este líder influyente y muy exitoso han hecho un impacto muy positivo en mi propia vida también. Quizás un poco de historia pondrá en perspectiva a mi descubrimiento.

Cuando estudiaba en la secundaria, busqué el éxito en cosas como el deporte, los estudios y la política estudiantil. Era reconocido como un buen atleta en el equipo principal de la escuela, como intelectual y como líder estudiantil. En ese tiempo, yo asistía a una de las escuelas más reconocidas de mi país. En esa escuela estudió el ex-presidente John F. Kennedy, como así también Adlai Stevenson, quien fue nuestro embajador ante las Naciones Unidas; Edward Albee, famoso dramaturgo; Michael Douglas, artista famoso del cine. Muchos de los que se graduaron de esa escuela fueron a universidades como Harvard, Yale y Princeton.

En los deportes de la escuela me dediqué al atletismo y a jugar al básquetbol. Mi equipo del atletismo era invencible. También me destaqué académicamente y ocupé los primeros puestos en este campo. Si menciono estos detalles no es para vanagloriarme, sino para mostrarles un contraste, ya que el éxito en esas áreas no me trajo la satisfacción personal que había estaba buscando. Continuaba siendo un introvertido, con miedo muchas veces de presentarme ante un desconocido o de pedirle una cita a una chica para que saliera conmigo. La culpa, la ansiedad y una pobre imagen de mí mismo a menudo me impedían tomar riesgos. Por supuesto que ante los demás me mostraba confiado y seguro. Pero cuando era honesto conmigo mismo - lo que no pasaba siempre - sabía que me sentía inquieto en las relaciones humanas. Mi éxito no me trajo la satisfacción que quería.

Durante mi primer año en la universidad de Duke continuaba luchando en estas áreas. Entonces conocí un grupo de estudiantes que tenía algo diferente. Había en ellos una alegría y un entusiasmo que realmente me atrajo. Especialmente aprecié la forma como ellos me aceptaron tal como era. Aunque eran personas atractivas, inteligentes y prósperas, no tuve que impresionarlas con la lista de todo lo que había realizado. Al salir con algunas de las chicas del grupo, no me sentía presionado a impresionarlas con una imagen "machista." El grupo se aceptaba como eran y me aceptaban también a mí.

Ellos eran estudiantes cristianos y supe que yo quería lo que ellos tenían. Me dijeron que habían encontrado una relación personal con Jesús de Nazaret. No entendía lo que era esto y no podía creer inmediatamente lo que me dijeron. Continué yendo a sus reuniones porque tenia curiosidad y además porque era un buen lugar para hacer citas y salir con las chicas. ¡En aquel tiempo conseguir citas era muy importante para mí!

Una puerta abierta

Al pasar mas tiempo con estas personas, observé cómo su fe afectaba sus vidas y relaciones. Me dijeron que Dios me amaba pero que yo estaba separado de Él por una condición de separación llamada "pecado." Me explicaron que Dios envió a su Hijo único, Jesucristo, a morir en la cruz para pagar la pena de mis pecados y que resucitó de entre los muertos para darme nueva vida.

Cuanto más me explicaban, más comenzaba a tener sentido para mí. Finalmente, con una actitud sencilla de corazón dije, "Jesucristo, te necesito. Gracias por morir por mí y por resucitar por mí. Te pido que entres en mi vida, que me perdones y que me dés la vida completa que Tú prometiste." No hubo truenos ni relámpagos. Los ángeles no aparecieron cantando el coro del "Aleluya." Y pueden estar seguros que no me volví perfecto de la noche a la mañana. (Tomó unas seis semanas para que esto sucediera.)

Pero encontré paz mental y libertad de la culpa. Encontré un propósito para vivir y el poder para comenzar a ser la persona que siempre quise ser. Vi a mi propia imagen mejorar y me sentía más libre para tomar riesgos. Hoy, mi vida no deja de tener problemas y batallas, pero conozco al que resuelve los problemas - Jesucristo. Él vive en mí y hace más fácil la carga. Él dijo, "Nunca te dejaré. . . Yo estoy siempre contigo."

Hay muchos ejemplos de cristianos exitosos y satisfechos a la vez: Roger Staubach, de los Dallas Cowboys; David Robinson, una estrella del básquetbol profesional; J. C. Penney, fundador de la cadena de almacenes; el Dr. Charles Malik, presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas; Mark Hatfield, Senador de los Estados Unidos por el estado de Oregon; Jerome Hines, Amy Grant, Pat Boone y Debbie Boone, como artistas, y muchos más. Creo que hay muchos ejemplos en su país también.

Ser cristiano no garantiza el éxito supremo. Los cristianos tienen sus fallas también. Pero una relación con Dios puede mejorar tu autoimagen, ayudar a clarificar tus metas, fortalecer tu determinación y ayudarte a mejorar lo que hagas. La satisfacción personal que Cristo provee puede hacer una diferencia positiva también.

Así es cómo se hace. ¿Recuerdas la ilustración anterior sobre tu compañero de cuarto, tu novia y tu profesor llenándote de alabanzas? Desafortunadamente, eso no pasa todos los días. Pero Dios piensa que eres muy especial, tan especial que Él envió a Su único Hijo para morir en tu lugar. Cuando llegas a conocer a Cristo personalmente y te das cuenta de la magnitud de Su amor por ti, puedes encontrar fuerzas para aceptarte a ti mismo y una mayor libertad para aceptar riesgos prudentes. Puedes enfrentar el rechazo con la seguridad de que, aunque todos se vuelvan contra ti, Dios todavía te seguirá amando. Saber que Él quiere lo mejor para ti puede aumentar tu determinación para trabajar duro por metas que valen la pena.

¿Qué de ti? ¿Tu definición del éxito incluye la satisfacción personal? ¿Has encontrado el éxito? ¿Tu éxito será suficiente para sostenerte a través de los tiempos duros que podrás tener por delante? ¿Has encontrado la satisfacción personal?

Qué tragedia sería pasar la vida entera trepando la escalera del éxito sólo para llegar arriba y descubrir que la escalera estaba apoyada contra la pared equivocada. ¿Estás dispuesto a considerar cómo Jesucristo puede hacer una diferencia en tu vida?



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Rusty Wright es autor y orador itinerante. Tiene su B.S. y M.A. en Psicología y Religión de la Duke University y de la International School of Theology, respectivamente. Es miembro de la Lambda Chi lpha Fraternity, es autor de cuatro libros y habla cada año a miles de estudiantes universitarios y profesores a lo largo de los Estados Unidos. El y su esposa Linda, son invitados frecuentemente a dar charlas en TV.

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Comentario Personal (Cecilia Arias)
Al leer este artículo me recuerda esos años de universidad donde conocí un grupo igual al que menciona el autor, y recuerdo haber pasado por los mismos sentimientos. Cuanta bendición encontramos cuando grupos y personas como estas se cruzan en nuestras vidas, creo que en eso se resume "Éxito", encontrarse con la persona correcta y tomar la decisión correcta, y esa persona es Cristo, y esa decisión es seguirle, solo en El podemos encontrar la verdadera felicidad y el verdadero éxito. Más adelante pondré algunas historias de "éxito", de esas que no nos gustan, pero de esas que nos dan vida abundante, que nos preparan para una eternidad al lado del Dios verdadero.