Tuve miedo, le pregunté a Franco, ¿Qué haremos si tenemos que cerrar, de qué viviremos?, ¿Que haremos si nuestro sustento viene solo de nuestra empresa y tocara cerrar?, ¿Qué pasaría si ninguno de nosotros podría ni siquiera buscar trabajo?, Rayén perdería el de ella, ¿Qué pasaría con sus estudios?, Aisha, ¿Qué pasaría con ella que tenía planes de irse a Chile?, ¿Cómo podrá seguir levantando fondos? Y si lograra terminar su recaudación, ¿Cómo podrá ir a Chile si se cierran las fronteras?, y Elías ¿Qué pasaría con sus clases?, ¿Qué pasaría con aquellos que se graduaban este año en mayo y junio?, ¿Cuánto durará todo esto?, ¿Qué pasará con aquellos que tenían fecha de matrimonio estos mismos días?, ¿O aquellos que andaban paseando? Franco me dijo debemos confiar en el Señor. Todas estas preguntas las llevé al Señor, pues día a día, me venían más preguntas, y sentí que debíamos hacer reuniones de oración, cuando ya nos pidieron que nos quedáramos en casa y los negocios e iglesias cerraran. El Señor puso en mi corazón hacer reuniones online, e invitar a quienes quisieran unirse para un estudio bíblico, alabanzas y oración. Franco y mis hijos me apoyaron en esta iniciativa, yo sentía que yo lo necesitaba urgente para no desmayar. En ese tiempo aún no sabíamos de nadie que lo hiciera, aún no empezaban las reuniones en Zoom, ni Hang Out. Esto fue crucial en mi vida, me vino esperanza, algunas amistades y familiares se unieron, desde diferentes ciudades y países, incluyendo a mis papás y mi hermano con su familia en Chile. Todos estábamos en un mismo sentir, debíamos orar, debíamos unirnos, alabar al Señor era lo que debíamos hacer. En una de esas reuniones mi hermano me confirma que su esposa estaba muy mal, que estaba con todos los síntomas del Coronavirus, y que por eso no se uniría a la reunión esa noche, pues no se sentía bien. Nos dio mucha tristeza y oramos todos ahí, por ella y otros casos que empezaban a aparecer, otra amiga había perdido su trabajo, y así empezaban aparecer las primeras secuelas de este invitado no esperado, pero que había llegado a nuestras vidas, para transformarlo todo.
Estuvimos llamando a mi cuñada, orando por ella, y viendo que de a poco estaba saliendo adelante. Unos días después, mi cuñada nos llama para avisarnos que mi hermano había adquirido el virus y que estaba muy, pero muy mal. Ahí me vino mucho más temor, ellos habían venido en Nov-Dic del 2019, nunca lo habían hecho antes, y esas semanas se habían convertido en un retiro espiritual para todos. Llegó a estar tan mal, que pensé y le pregunté al Señor si su propósito había sido traerlo para despedirse de todos nosotros. Tuve mucho miedo, lloraba mucho, pidiéndole al Señor que por favor cambiara sus planes si era necesario, que lo sanara, que lo tocara con su mano poderosa de sanidad. Orábamos todos los días, pedimos como petición por él en todos nuestros grupos de oración, a varias iglesias que amamos, lo llamábamos todos los días y orábamos por ellos, les mandamos una vitaminas especiales para ayudarles a fortalecer su sistema inmune, le pedimos que tomara muchos tés calientes, que comiera ciertos alimentos que levantaría su sistema inmune, etc., todo cuanto averiguábamos les avisábamos, hasta que llegó un día que había empeorado, casi se había muerto la noche anterior, sintió que ya no podía respirar, no había querido ir al hospital, por miedo a morir allá solo, sin poder ser visitado, y como mi cuñada se había empezado a recuperar, ella le pidió que aguantara lo más que pudiera, que lo lograría. Yo tuve mis dudas frente a estas decisiones, pero cuando oré con ellos pidiendo que el Señor les guiara en sus decisiones, eso trajo paz a mi corazón, pude descansar y saber que el Señor estaba en control. Al día siguiente se sorprendió de volver a despertar, y darse cuenta que aún estaba vivo, el Señor puso en mi corazón ungirlo con aceite, como solemos hacerlo con los enfermos, pero mi pregunta al Señor fue; ¿cómo podremos hacerlo online y a distancia?, el Señor me guió a pedirle a Franco que lo hiciera como diácono, que leyéramos el pasaje de Santiago 5:14-16 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
“14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los
ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del
Señor. 15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo
levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. 16 Confesaos
vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados.
La oración eficaz del justo puede mucho.”
Y que les guiáramos
para que se ungieran uno al otro, y nosotros oramos por ellos. A la mañana
siguiente nos dijo que por primera vez en todo este tiempo se sentía tan bien,
que había tenido una tremenda mejora en sus dolores, que hasta el hambre le
había vuelto, todo eso eran tan buenos síntomas, ¡qué alegría! Gracias Señor
por tu respuesta, que maravilloso es tener a una Papá así, todopoderoso, que
escucha nuestras oraciones y no se demora en venir a nuestra ayuda cuando lo necesitamos
urgente.
Bueno en
todo cuanto ocurría empezamos a ver muchos milagros. Mi hermano se sanó por
completo, sus hijos y esposa también. 4 amigos de ellos estuvieron gravísimos en
el hospital con ventiladores, una era la amiga que había contagiado a mi
cuñada, otros eran un matrimonio cristiano que había tenido que dejar solos a
sus hijos en casa cuando se fueron de urgencia, ahí mi hermano pudo ser de
bendición, pues nadie que no hubiera sido contagiado y recuperado podría haber
corrido en esos momentos a buscar a esos niños, y llevarlos con él. Empezábamos
a entender que todo se iba tornando con un propósito. Estos otros amigos no
habían tenido contacto con mi hermano, ni su familia, pero en mi ciudad de
origen, donde viven todos ellos, las autoridades habían llegado todos
contagiados, y muchas personas venían enfermas de sus viajes por Europa. Empezamos
campañas de oración por esos 4 amigos, y después, de más de 1 mes todos se
recuperaron, hasta en el diario local entrevistaron a uno de ellos, pues
realmente era un milagro.
En nuestro
caso nos dimos cuenta de que podíamos seguir trabajando y abriendo el local, pues
éramos un negocio esencial para suplir productos para este virus. Aunque nos
pararon las exportaciones de productos esenciales de Covid19. Nuevamente nos
vimos preocupados, pues nuestro negocio es 96% exportación, tampoco podíamos pagar
propaganda en ningún medio, automáticamente nos borraban y nos decían que no
nos recibirían los avisos, por prioridad de protección contra del Coronavirus
en nuestro país, pues USA se había cerrado para guardar todo solo para nosotros,
dejando olvidados a las islas del Caribe que casi dependen completamente de USA
para cumplir sus necesidades, a ratos nos sentimos tan traicioneros de tener
que responder a nuestros clientes de América Latina y el Caribe que no podíamos
vender nada para la emergencia, que tristeza más grande. Una vez más nuestro
panorama se veía sin luz, pues medio desabastecidos, sin productos de China y
ahora esto que en los puertos y lugares de embarque paraban las cargas y las
confiscaban. Era una nueva razón para confiar y alabar al Señor, volver a
sentir el gozo de mi hermano y su familia recuperada, eran tantos milagros ¿Cómo
este mismo Dios no podría sustentarnos y proveernos?
Así fue que
tuvimos que reinventarnos y convertirnos en una empresa de venta local. NO teníamos
un local preparado para eso, pues nuestras oficinas y dependencias están
preparadas para solo trabajar online con nuestros clientes en el extranjero.
Pero gracias a las nuevas restricciones, las empresas no podían dejar entrar a
muchos clientes. Entonces nos sirvió poder recibir las órdenes por teléfono y llevábamos
las ordenes a los autos de nuestros clientes, todos protegidos, así no
necesitaban entrar a nuestro local. Nuestras estrategias venían totalmente
renovadas de parte de Dios, lo que nunca antes hicimos, lo fuimos implementando
ahora. Llenamos de propaganda local por todos lados, carteles en las calles, en
los autos en nuestras ventanas, etc.
(Continuara...)
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